Cuando nos mudamos a CT, conseguimos un apartamento grande, de dos pisos. Jamás habíamos vivido en un espacio tan grande. Los chicos estaban emocionados, pero a la vez asustados de tener que dormir solos. Desde muy pequeño, George David siempre tuvo dificultad para dormir solo. Ahora se sumaba el reto de a veces subir solo al segundo piso y también de dormir sin compañía. Esta era la primera vez que cada uno tenía un propio cuarto. Casi todas las noches, George llegaba a nuestro cuarto y terminaba durmiendo en el piso o con un matress inflable.
A dos semanas de estar viviendo en CT, ocurre la tragedia en
el que un estudiante tiroteó en una escuela de Florida. Eso levantó el issue
del control de las armas y bombardearon las redes sociales con esta discusión.
Yo estaba nerviosa. Génesis comenzaría en la escuela pronto. Era la primera vez
que la llevaría a una escuela en Estados Unidos, en una comunidad que no
conocía y con la tensión del patrullaje de la policía en las escuelas. Connecticut
había vivido una situación similar hacía unos años atrás. Una noche estaba
sentada en la cama porque no podía dormir. Estaba preocupada por Génesis. Le
pedía a Dios paz porque en realidad mis pensamientos estaban fuera de control.
De pronto escucho a George David que se acerca a nuestro cuarto. Miro su cara
de terror, miraba hacia atrás como si algo lo estuviera persiguiendo. Inmediatamente
pensé que ese miedo de George David era irracional porque no había nada en la
casa que le fuera a hacer daño. Inmediatamente me di cuenta que también mi
miedo de que algo pudiera pasarle a Génesis, cuando fuera a la escuela, era
irracional. Yo necesitaba confiar en Dios. Yo necesitaba aceptar el hecho de
que yo no tenía control de las personas en mi comunidad ni del día a día en la
escuela. Yo podía asegurarme de que la escuela tomara las debidas precauciones,
pero no podía hacer nada más. Yo necesitaba entregar mi preocupación y ansiedad
en las manos de Dios y confiar en él.
Cuando uno se preocupa demasiado, constantemente viene el pensamiento
que algo malo va a ocurrir. Yo oraba, pero no permitía ejercer la fe para confiar
y descansar. Una vez comprendí que junto con la oración va la decisión
de confiar en Dios, entonces todo toma una perspectiva diferente. Cuando
uno decide confiar en Dios, uno se da cuenta que no vale la pena preocuparse.
Uno se da cuenta que el preocuparse no va a resolver el problema, pagar las
deudas y mucho menos darte paz.
Además de orar y decidir, tomé la acción de leer y recordar
la Palabra de Dios. ¿Cómo vamos a tener paz en nuestro ajetreo diario
si no sabemos las promesas y las palabras de fortaleza que Dios nos ofrece? Estos
y otros versículos los pegué a mi pared y los leía frecuentemente.
“Tú guardaras en completa paz, a aquel cuyo corazón en ti persevera porque en ti ha confiado.” Isaías 26:3
“No temas porque yo estoy contigo, no
desmayes porque yo soy tu Dios que te esfuerzo. Siempre te ayudaré, siempre te
sustentaré con la diestra de mi justicia.” Isaías 41:10
“Les digo todo
esto para que encuentren paz en su unión conmigo. En el mundo, ustedes habrán
de sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo.” Juan 16:33 (DHH)
Quizás tengamos que caminar, volver a nuestros trabajos, a
nuestras escuelas, buscar cómo nos ganamos la vida, sanar las heridas porque hemos
perdido nuestra salud o a un familiar. Es momento de incertidumbre, pero de una
cosa estoy segura: Dios nos acompaña.