viernes, 31 de julio de 2020

Dejando atrás la preocupación

Cuando nos mudamos a CT, conseguimos un apartamento grande, de dos pisos. Jamás habíamos vivido en un espacio tan grande. Los chicos estaban emocionados, pero a la vez asustados de tener que dormir solos. Desde muy pequeño, George David siempre tuvo dificultad para dormir solo.  Ahora se sumaba el reto de a veces subir solo al segundo piso y también de dormir sin compañía. Esta era la primera vez que cada uno tenía un propio cuarto. Casi todas las noches, George llegaba a nuestro cuarto y terminaba durmiendo en el piso o con un matress inflable.

A dos semanas de estar viviendo en CT, ocurre la tragedia en el que un estudiante tiroteó en una escuela de Florida. Eso levantó el issue del control de las armas y bombardearon las redes sociales con esta discusión. Yo estaba nerviosa. Génesis comenzaría en la escuela pronto. Era la primera vez que la llevaría a una escuela en Estados Unidos, en una comunidad que no conocía y con la tensión del patrullaje de la policía en las escuelas. Connecticut había vivido una situación similar hacía unos años atrás. Una noche estaba sentada en la cama porque no podía dormir. Estaba preocupada por Génesis. Le pedía a Dios paz porque en realidad mis pensamientos estaban fuera de control. De pronto escucho a George David que se acerca a nuestro cuarto. Miro su cara de terror, miraba hacia atrás como si algo lo estuviera persiguiendo. Inmediatamente pensé que ese miedo de George David era irracional porque no había nada en la casa que le fuera a hacer daño. Inmediatamente me di cuenta que también mi miedo de que algo pudiera pasarle a Génesis, cuando fuera a la escuela, era irracional. Yo necesitaba confiar en Dios. Yo necesitaba aceptar el hecho de que yo no tenía control de las personas en mi comunidad ni del día a día en la escuela. Yo podía asegurarme de que la escuela tomara las debidas precauciones, pero no podía hacer nada más. Yo necesitaba entregar mi preocupación y ansiedad en las manos de Dios y confiar en él.

Cuando uno se preocupa demasiado, constantemente viene el pensamiento que algo malo va a ocurrir. Yo oraba, pero no permitía ejercer la fe para confiar y descansar. Una vez comprendí que junto con la oración va la decisión de confiar en Dios, entonces todo toma una perspectiva diferente. Cuando uno decide confiar en Dios, uno se da cuenta que no vale la pena preocuparse. Uno se da cuenta que el preocuparse no va a resolver el problema, pagar las deudas y mucho menos darte paz.

Además de orar y decidir, tomé la acción de leer y recordar la Palabra de Dios. ¿Cómo vamos a tener paz en nuestro ajetreo diario si no sabemos las promesas y las palabras de fortaleza que Dios nos ofrece? Estos y otros versículos los pegué a mi pared y los leía frecuentemente.

“Tú guardaras en completa paz, a aquel cuyo corazón en ti persevera  porque en ti ha confiado.” Isaías 26:3

“No temas porque yo estoy contigo, no desmayes porque yo soy tu Dios que te esfuerzo. Siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” Isaías 41:10

“Les digo todo esto para que encuentren paz en su unión conmigo. En el mundo, ustedes habrán de sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo.” Juan 16:33 (DHH)


Comenzamos a usar estrategias con George David que le ayudó a superar sus temores. Génesis ha estado por más de dos años en su escuela y está feliz de estar en ella. Yo no digo que todo nos ha salido perfecto. Hemos tenido dificultades. Todos estamos enfrentando momentos de incertidumbre. Esta pandemia ha sacudido nuestros pies por varios meses y aún estamos en medio de ella. Pero lo más saludable en estos momentos es respirar, buscar la paz y confiar que todo está en las manos de Dios.

Quizás tengamos que caminar, volver a nuestros trabajos, a nuestras escuelas, buscar cómo nos ganamos la vida, sanar las heridas porque hemos perdido nuestra salud o a un familiar. Es momento de incertidumbre, pero de una cosa estoy segura: Dios nos acompaña.