Lo más que me gusta del otoño es el cambio de los colores de los árboles. De pronto el paisaje verde cambia a múltiples colores con tonos marrones, rojos, amarillos y naranjas. La vista es hermosa. Me gusta mucho tirar fotos y contemplar por un rato los árboles.
Un día estaba en el estacionamiento del correo y me acerqué a tirarle fotos a unos árboles que brillaban con colores de tonos amarillos y
naranjas. Cuando estaba muy cerca me di cuenta que, ¡las hojas estaban muriendo! Aquellos colores bellos que uno puede ver no es mas que el proceso de la hoja perder la clorofila de sus hojas. El frío y las noches más extensas hacen que las hojas pierdan su color y caigan al suelo.
Al darme cuenta de eso, inmediatamente
comparé los árboles con nuestras vidas. Puede
ser que estemos atravesando una temporada difícil en nuestra vida. Quizás llegó
a tu vida el otoño que sin duda anuncia la cercanía del frío invierno. Puede
ser que estemos enfermos o atravesando una crisis por diversos cambios. Puede
ser que Dios nos ha llamado con amor, pero con firmeza para cambiar actitudes y
hábitos que son dañinos para nuestra vida. Como dice en Colosenses 3:8-10:
“Pero ahora abandonen también todo
esto: enojo, ira, malicia, calumnia y lenguaje obsceno. Dejen de mentirse unos a otros, ahora
que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios, y se han puesto el de la nueva naturaleza,
que se va renovando en conocimiento a imagen de su creador.” Todo esto
implica morir a nuestra antigua vida. Así
como las hojas cambian de color y mueren cayendo al suelo, de igual manera,
nosotros dejamos ir y hacemos morir viejas ideas, actitudes y hábitos que no
nos ayudan a crecer como hijos e hijas de Dios.
Sin embargo, algo hermoso de todo este proceso (porque es un proceso), es que los árboles exhiben belleza al que lo contempla y las hojas en el suelo sirven de abono para la tierra (y también los niños pasan un buen rato jugando con ellas). ¡El otoño es hermoso! Eso me hace pensar que el otoño en
nuestras vidas no es difícil del todo. Hay belleza también. Dios nos está transformando. La luz que lleva mucho tiempo en nuestras vidas, ilumina a otros. La variedad de colores que hace pensar en la variedad de dones, talentos y habilidades que tenemos y que de una u otra forma aportamos a nuestra familia y al mundo.
Dicen que los cambios es una de las cosas más seguras en la
vida de todo ser humano. Pero en medio de todos esos cambios podemos seguir
alumbrando, amando y perseverando. Les dejo con estas palabras que Pablo le
escribió a la iglesia de Corintios para infundirle fortaleza:
“¡Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro
Señor Jesucristo!
Por lo tanto, mis queridos hermanos, manténganse firmes e
inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de
que su trabajo en el Señor no es en vano.” 1 Corintios 15:57-58