lunes, 10 de septiembre de 2018

Dispuesto y dispuesta a cambiar, parte 2: una decisión que va seguido de la voluntad


Lectura: 1 Corintios 9:24-27

Hace años atrás (2001 y aún antes de eso), yo estaba realmente obesa. Por ser una maestra y líder en la iglesia muy activa, el exceso de peso me hizo daño desarrollando escoliosis en mi columna y discos herniados en la espalda baja. Mi quiropráctica (excelente, por cierto) Glorimar Serrano, me confrontó con la necesidad de bajar de peso o sería necesario operarme de la columna vertebral. Con la ayuda de Dios, la nutricionista, ejercicios y Glorimar (cada vez que visitaba su oficina, ella me retaba y me preguntaba cuántos chocolates había comido ese día ) logré bajar 100 libras en un periodo aproximado de dos años. Realmente fue muy beneficioso en todas las áreas de mi vida; mi problema de la espalda estaba controlado.

Poco antes de irme de Puerto Rico, en el 2016, comencé a aumentar de peso. En realidad, llevaba tiempo comiendo lo que no debía y no hacía ejercicios con la frecuencia que necesitaba. Le cuento mi aflicción a Glorimar, mi mentora en este asunto de cuidar la salud y bajar de peso. Tranquilamente, ella me respondió: “No te preocupes, tú sabes lo que tienes que hacer.” Yo no hice nada más que reírme y aceptar que sí sabía lo que tenía que hacer. Ella también sabía, porque me había acompañado en el camino anterior.

La lucha con perder peso continúa. Voy con frecuencia al gimnasio, pero no veo los resultados que
deseo. Mi esposo George, que es un experto en hacer ejercicios, me acompañó un día y me dio su diagnóstico: estás haciendo el mínimo esfuerzo, tienes que pasar dolor, tienes que esforzarte.

Estas experiencias, el diálogo con Glorimar y la lección impresionista con George en el gimnasio, me hicieron reflexionar que yo sé lo que debo hacer para cambiar mi estatus actual. Que cuando estoy dispuesta a cambiar algo, es necesario ejercer la voluntad para hacerlo y no quedarme en la zona de “comfort”. ¿Cuántos de nosotros no estamos conscientes de lo que necesitamos cambiar y sabemos lo que hay que hacer, pero no lo hacemos? Sabemos lo que hay que hacer, pero nos cuesta comenzar a hacerlo.

Cuando Pablo le habla a la iglesia de Corintios en el capítulo 9, pone como ejemplo el esfuerzo y sacrificio que hacen los deportistas con la manera que los cristianos deben entregarse por el evangelio. Los deportistas se abstienen de cosas y hacen ejercicios para ganar una competencia. El cristiano corre la vida cristiana no al azar, ni dando palos a ciegas (v.26), sino esforzándose, estar consciente de lo que debe dejar para ganar una corona incorruptible (v.25).

Yo he caminado desde muy joven la carrera del cristiano. He comprendido que sí Jesús nos da la salvación y nos quita un gran peso de encima; pero la transformación se da en el caminar diario. Unos días mejores que otros, pero con la certeza que Dios nos acompaña. También, así como yo encontré a Glorimar y a George que me han ayudado en la tarea de bajar de peso; así mismo Dios pone en nuestro camino, personas que son de apoyo e inspiración para continuar la vida cristiana.

Estar dispuesto a cambiar implica que aceptamos que necesitamos un cambio y muchas veces debemos vencer nuestro orgullo y nuestros temores. A veces será fácil cambiar algunos aspectos de nuestra vida, pero en otros momentos tendremos que ejercer la voluntad y esforzarnos más. Sin embargo, qué maravilloso es saber que el Espíritu Santo intercede por nosotros: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles” Romanos 8:26.

Les invito a cada día examinar nuestra vida e identificar aquello que debemos cambiar; pero sabiendo que no estamos solos, personas en el camino nos apoyan y el Espíritu Santo nos ayuda.

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