Lectura bíblica:
Mateo 7:1-5
El gimnasio al
que voy, tiene la política de “No judgement zone” y “No critics”. Esta política
es interesante porque puedo ver en el gimnasio todo tipo de personas. Desde los
más musculosos hasta los que parecen más ordinarios. Veo personas de todas las
edades, en diferentes condiciones físicas y de diferentes nacionalidades.
Cuando iba al gimnasio en NY, veía personas de muchos estilos y tan diferentes,
que hace sentido tener escrito la política del gimnasio por todos lados. Poder leer
“no judgement zone” me hacía sentir libre de ejercitarme sin tener la
preocupación de que me juzgarán por mi apariencia.
Jesús era muy
sabio y cercano a la realidad humana. Me parece que por eso dijo: “no juzgues”.
Así como Jesús dijo en muchas ocasiones “No temas” porque conocía nuestra
condición humana de sentir temor; así mismo conoce nuestra inclinación de
dejarnos llevar por los sentidos. Somo propensos a juzgar a los demás por lo
que vemos o sentimos. En Mateo 7, Jesús denuncia la costumbre de juzgar a los demás
con rigor y falta de consideración. Jesús es claro en que muchas veces juzgamos
a los demás, pero nosotros mismos tenemos aspectos de nuestra vida que necesitamos
corregir y enderezar. A veces es fácil condenar a una persona por no actuar de
una manera, pero nosotros no estamos en esa situación para comprender que
ocurre en realidad. A veces no sabemos nada de la otra persona. A veces no vemos
la otra cara de la moneda. Y aunque sepamos, a la otra persona le tocará tomar
las decisiones que no nos corresponde a nosotros. Podemos dar un consejo sabio,
pero tratemos de no imponer nuestras propias creencias y perspectivas de vida. Por
eso, Jesús nos advierte que antes de juzgar, nos miremos a nosotros mismos.
Jesús no nos
condena por juzgar. Él sabe que a veces cuando juzgamos; llevamos el lastre de lo
que nos enseñaron, de nuestro propio bagaje y de nuestras propias heridas. Pero
también nos presenta una nueva manera de juzgar. En tantas historias vemos que Jesús
observaba a las personas, escuchaba lo que preguntaban y les hacía preguntas. Jesús
pensaba muy bien antes de hablar. Cuando los religiosos llevaron una mujer a
Jesús para apedrearla porque la consideraban “pecadora” (Juan 8:1-11), Jesús hizo
el ejercicio de juzgar con justicia. Escribió palabras en la tierra y simplemente
les dijo: “El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en arrojar la
piedra contra ella.” La historia relata que nadie pudo condenar a la mujer. En esta
historia se cumplió el modelo que presenta Jesús de mirarte primero para luego poder
juzgar a otros.
Jesús conoce nuestra
inclinación humana a juzgar y nos invita a detenernos y auto examinarnos. Esta
reflexión personal nos ayudará hacer los cambios necesarios, con la ayuda de
Dios.
Excelente!!!
ResponderBorrarGracias! Una enseñanza que busco practicar en mi vida diaria.
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