La semana pasada encontré este
papel que Génesis me había dado el año pasado. Recuerdo que era el tema de una
de las clases de los niños de la iglesia. Para mí fue interesante encontrar este
papel en estos momentos que vivimos la crisis de una pandemia. Porque definitivamente
cuando suceden eventos inesperados, se tambalea nuestros cimientos y nos
hacemos la pregunta obligatoria sobre “de que estamos hechos.” “¿Confío en Dios
o no confío en Dios?”
Esta pregunta me hace recordar una
predicación que escuché una vez del pastor Moisés Román sobre Lucas 8:22-25.
Recuerdo que estaba en su iglesia hace exactamente cinco años
(29.marzo.2015) y de cuando en cuando leo las notas que escribí sobre este
sermón. El relato trata cuando Jesús y sus discípulos estaban cruzando el lago
conocido como mar de Galilea y de pronto se desató una fuerte tormenta. El bote
comenzó a inundarse, los discípulos gritaban y Jesús dormía. La historia
termina Jesús calmando la tempestad y preguntándole a los discípulos: “¿Dónde
está la fe de ustedes?”
Quiero compartir parte de ese poderoso
mensaje:
- “La confianza en Dios no es para evitar la crisis, es para poder actuar correctamente en medio de la crisis.”
- “Los problemas son parte de la vida, no estamos exentos. Debemos aprender a manejarlos adecuadamente.”
- “Los discípulos llevaban más de dos años con Jesús, estaban adiestrados. El primer curso fue el de confianza…” Hoy, nosotros no sólo tenemos su presencia, tenemos sus enseñanzas. Debemos utilizar lo que nos enseñó.”
- “Dios hace el milagro con nuestra confianza o sin ella. Pero luego, ¿Qué queda? ¿Satisfacción porque confiamos en Dios o vergüenza porque no confiamos en él? La confianza en Dios tiene que quedar evidenciada.”
Estas palabras de sabiduría del
pastor Moisés Román, han hecho una fuerte impresión en mí. La misma pregunta, ¿Dónde
está tu fe? ha surgido en diferentes momentos en estos últimos cinco años: cuando
nos mudábamos de Puerto Rico; cuando nos preguntábamos hacia donde movernos
luego de vivir un año en NY. También cuando nos preguntábamos donde estudiarían
nuestros hijos o cuando conseguiríamos nuestros trabajos en CT. Cada paso era
un reto de confiar en Dios. Este momento no es diferente. Dios quiere nuestra
confianza.
Oremos por los enfermos o por los
que sufren una pérdida de un familiar o de su trabajo. Comuniquémonos con amigos,
con la iglesia y seamos de aliento a otros. Ayudemos a nuestros hijos en sus
tareas y enfrentemos los nuevos retos de trabajar con la tecnología desde
nuestras casas con optimismo y confianza. Jesús calmará la tormenta.
A mi hija Génesis le gusta mucho
hacer manualidades. En estos días ha hecho muchas pulseras y se las ha regalado
a nuestra vecina y a sus nietos. Ayer me enseñó un collar que le hizo a la mamá
de una amiga de la escuela. Ella me dijo: “Voy a tener que esperar hasta el año
que viene para dárselo.” La miré y en realidad pensaba cuando regresaríamos a
la escuela. Le dije: “bueno mama, quizás abran las escuelas en abr…mayo.” En realidad,
no tenía ni la más mínima idea de cuánto tiempo estaríamos encerrados. Seguí
diciendo: “No sé querida…pero vivimos un día a la vez.” Génesis subió las escaleras con el collar en la mano y yo pensaba en lo valiente que han sido los chicos en enfrentar esta pandemia con tanta conciencia.
Mientras tanto, seamos agradecidos y confiemos en Dios. Jesús prometió en Juan 16:33: “Estas cosas os he hablado (capítulos 14 al 16 del libro de Juan) para que en mí tengas paz. En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo.”
No hay comentarios.:
Publicar un comentario