domingo, 12 de abril de 2020

Dios nos tiene en sus manos


En diciembre de 2016, Génesis me dijo que tenía miedo. Ella tenía cuatro años y estábamos atravesando muchos cambios. George llevaba cinco meses en New York. Su hermana mayor, Débora, estaba en Massachussets. También, nos habíamos despedido de la escuela de la que fuimos parte tantos años. Ese mismo día, le dimos nuestra perrita, Canela, al maestro de inglés de George David. Habíamos entregado el apartamento y estábamos viviendo en casa de mis padres porque en menos de dos meses, nos íbamos a Estados Unidos. Puedo entender entonces por qué tenía miedo. Yo le dije que no se preocupara, que Jesús nos acompañaba. George David le dijo: “Génesis, Dios nos tiene en sus manos.” Ella le dijo que no podía ser porque no cabíamos en sus manos. George David le explicó; que lo que él dijo era un símbolo que significa que Dios nos cuida. Yo quedé fascinada con esa expresión que hizo George David y le pregunté si podía hacer un dibujo. En ese tiempo, a él le gustaba mucho ‘Minecraft’, así que él hizo el dibujo que puse al principio de la reflexión.

Esta experiencia me hizo pensar en como un niño, "el hermano mayor" trataba de mostrarle a su hermana pequeña, una imagen del amor y el cuidado de Dios. Esto es una muestra de una fe sencilla. Esto también me hace recordar las palabras de Jesús en Lucas 18:16: “Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de quienes son como ellos.”  En estos momentos, la pandemia del Coronavirus que estamos atravesando, nos ha obligado a hacer una introspección personal sobre nuestra propia fe y posiblemente ha hecho que muchos  hagamos la petición que los discípulos hicieron a Jesús: “auméntanos la fe.” (Lucas 17:5)

Esta semana, leía el pasaje de Isaías 53. Este pasaje lo relacionan con el sufrimiento que tuvo Jesús por la humanidad. Son unas palabras estremecedoras:
3 Despreciado y desechado entre los hombres,
varón de dolores, experimentado en quebranto;
y como que escondimos de él el rostro,
fue menospreciado, y no lo estimamos.
4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades,
y sufrió nuestros dolores;
y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. 6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; más Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.

The Leper, Ron DiCianni
De pronto, mientras esas palabras retumbaban en mis oídos, vino a mi mente las imágenes que he visto en la televisión, de todos los doctores, enfermeras y empleados de la salud ayudando a todos los pacientes que están enfermos por el Covid-19. Yo sentía que esa imagen de Cristo sufriendo, era como si lo estuviese haciendo por todas las personas que han sido afectadas por esta pandemia. Ese Jesús sufrido está en cada hospital acompañando a los que están enfermos o a los que están exhaustos de tanto trabajo. Ese Jesús fue castigado para que las personas que han perdido trabajos, negocios, familia; tengan paz. Jesús, el experimentado en quebranto, está en cada hogar donde hay depresión y ansiedad. Esa imagen me impactó, me estremeció y a la vez me dio esperanza de que Dios está presente en cada uno de estos escenarios. Él está en cada una de nuestras vidas. La imagen que hizo mi hijo, se hace más pertinente comprenderla hoy.  Gracias Señor; porque nos tienes en tus poderosas manos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario