jueves, 30 de agosto de 2018

Dispuesto y dispuesta a cambiar - parte I


Lectura: 2 Corintios 5:14-20

Mi esposo George y yo nos conocimos mientras estudiábamos nuestras respectivas maestrías en el Seminario Evangélico de Puerto Rico en Río Piedras. Por varios años, tomamos varias clases juntos, pero no fue como hasta el último año de George en el SEPR, que comenzamos a compartir más. Él era muy gracioso y a la vez realista. Cuando compartió conmigo su historia, quedé impresionada. Además de su cambio en Cristo, lo más que me impactó fue que, aunque fue un desertor escolar, ¡¡estaba estudiando conmigo una maestría!! ¿Cómo fue posible que una persona que se quitó de la escuela porque creyó que no era lo suficientemente bueno para completarla, comprendió más adelante que sí era suficiente? Tan es así que, al momento de yo escribir esta reflexión, George trabaja en los ensayos y disertación doctoral. Cuando hablas con él notas su sabiduría, inteligencia y a la vez su experiencia de la calle. Con cualquier joven que habla, una de sus preguntas de rigor es: ¿Qué estas estudiando? ¿Qué te interesa estudiar cuando vayas a la universidad?

Recuerdo una vez que conocimos la hija de una vecina que estaba en la escuela intermedia. Parecía no llamarle mucho la atención estudiar en la universidad. Con frecuencia hablábamos con ella y George la motivaba y aconsejaba a que estudiara aquello que le interesara. Años después me encontré con su madre y me contó que comenzaría a estudiar en la universidad. Eso me llenó de alegría. Cuando en Puerto Rico George daba clases en la universidad, constantemente animaba a sus estudiantes a completar sus cursos y a continuar estudiando aun luego del bachillerato. Con frecuencia vemos mensajes en Facebook de sus ex estudiantes agradeciendo a George por sus consejos y orientación.

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas.” 2 Corintios 5:17. Cuando leo este texto pienso en el cambio que Dios puede hacer en una persona. Pienso en el cambio que Dios hizo en George. Además de darnos la salvación, también nos da la comprensión de que el pasado no tiene el poder de perseguirnos ni detenernos. Podemos lograr lo que nos propongamos, aunque parezca fuera de nuestro alcance. No importa lo que hayas vivido en el pasado. No importa cuán fracasado te hayas sentido. No importa cuántos errores hayamos cometido. Dios lo hace todo nuevo. Dios nos acompaña en nuestro proceso de cambio.

Siempre le dije a George que su historia debía ser contada y gracias a Dios y a su esfuerzo, logró publicarla. Hace poco completé su lectura y verdaderamente (y no es porque sea mi esposo) es una historia inspiradora. Una historia que brinda esperanza independientemente de lo que hayas vivido o lo que estés viviendo. Puedes conseguir el libro en internet a través de xulonpress.com/bookstore, amazon.com o barnes&nobles.com.

Estar dispuesto y dispuesta es una actitud esencial para el cambio, para mejorar. La Biblia tiene muchos pasajes donde explica y aconseja sobre el tener disposición para diferentes cosas. Pronto compartiré otra reflexión relacionada a este punto.

martes, 21 de agosto de 2018

Lo que nos sostiene


Lectura: Hebreos 11:1-2,6,8-9
Cuando Débora, la hija de mi esposo, me envió esta foto, quedé sin aliento. “¿De dónde se está sosteniendo ella? ¿A qué altura se encuentra?” me pregunté. Cuando uno ve la foto, de pronto, da la impresión que está literalmente en el aire, a bastantes metros de altura y sin nada que la sostenga. Luego, cuando vi otras fotos que me envió, comprendí.

Casi inmediatamente reflexioné sobre estas fotos. No sé cuantos de los que leen esta reflexión, se han sentido con tanta incertidumbre en su vida que se sienten prácticamente en el aire, sin tener de donde sostenerse. Tal vez puede ser casi como tirarse de un avión, sin tener la experiencia de como abrir un paracaídas.

Génesis 12 relata el momento en que Dios llama a Abraham. Cuando Dios le dijo a Abraham que saliera de su tierra “a la tierra que le mostraría” debió ser un impacto para él. Aunque en esa época era costumbre emigrar de un lugar a otro, desde hace mucho tiempo las civilizaciones ya estaban formadas y asentadas. Abraham vivía en lo que llamaban “la creciente fértil”, un lugar privilegiado geográficamente hablando. Así que era un gran sacrificio moverse a otro lugar que ni siquiera conocía. Otro detalle es que él recibió la promesa de una descendencia sabiendo que no tenía hijos. A pesar de todo, Abraham se movió y creyó en ese Dios que lo llamó. Eso es fe.

Lucas 8 nos cuenta como muchas mujeres acompañaron a Jesús en su ministerio y lo sostenían económicamente. Esas mujeres fueron transformadas por las enseñanzas de Jesús, pero creyeron lo suficiente para acompañar a Jesús camino a la cruz y algunas de ellas fueron testigos de su resurrección. Otras, fueron parte de la revolución en el aposento alto. Eso es fe.

Hechos 9 explica como un hombre muy religioso y perseguidor de la iglesia cristiana, Pablo, creyó en Jesús. Las enseñanzas del cristianismo iban en contra de casi todo lo que Pablo había aprendido de la religión judía. Con todo y eso, escribió gran parte de las cartas a las iglesias que se convirtieron luego en el Nuevo Testamento. Eso es fe.

Estos son ejemplos de personas como tú y como yo que, con sus fortalezas y debilidades, creyeron. Hebreos 11:6 nos dice que “sin fe es imposible agradar a Dios”. Porque cuando hay fe, crece nuestra confianza en Dios. Podemos creer que el mar Rojo se abrirá. Podemos creer en Dios que nos da la sabiduría para tomar buenas decisiones.

Porque cuando nos alejamos un poco de la situación que nos agobia o nos reta, podemos ver el cuadro completo. Nos damos cuenta que Dios nos está acompañando todo el tiempo. Poniendo tierra firme y asegurándonos con cuerdas de amor.

jueves, 9 de agosto de 2018

¡Levántate!


Lectura: Isaías 52: 1-2, 7-9
Despierta…sacúdete del polvo… levántate y sigue adelante.
Este llamado a realizar las acciones anteriores (v.1-2) implican un verdadero reto para los que están tomando decisiones, tratando de comenzar nuevas empresas o para los que buscan dirección. Es un reto para aquellos que están cansados de los conflictos que tienen o de las situaciones difíciles que están viviendo. En el mundo están pasando muchas cosas, hay crisis; y, por otro lado, hay demasiada información que muchas veces nos abruma.

Si nos detenemos por un momento, en el ajoro de cada día, quizás nos demos cuenta que estamos adormecidos, que hemos perdido un poco la ruta del camino. Un día estábamos en Ponce, una ciudad en el sur de Puerto Rico. Era de noche y no sabíamos como regresar a San Juan. El GPS indicaba una salida que perdí y el GPS indicaba “rerouting”. Me dio una nueva ruta y en menos de 10 minutos estábamos en el expreso camino a San Juan. Mi amiga Sheila me dijo: “Muchas veces Dios hace con nosotros como el GPS, tiene que redirigirnos a una nueva ruta porque perdimos la salida que nos tocaba tomar”. Luego de ese comentario estuvimos todo el camino conversando sobre nuestros aciertos y desaciertos; como Dios ha tenido que “redirigir” nuestro camino.

En mi vida, después de sentir que en mi camino perdí varias salidas, vi varias veces el letrero: “¡Levántate!” Una de las veces que “vi este letrero en letras muy grandes”, fue en una predicación del Rvdo. Moisés Román sobre Josué 7. Esa predicación me estremeció. Josué estaba indignado porque perdieron la batalla contra el pueblo de Hai. Se postró y cuestionó a Dios porque él había prometido estar con ellos en cada batalla. Pero postrarse, que parecía una acción de humillación ante Dios, era en realidad de orgullo. ¿Por qué perdimos la batalla? Luego descubrió el problema: Acán, uno de los del pueblo de Israel, había escondido oro y otras pertenencias que les había dicho en la pasada batalla que destruyeran. Esto puede ser una analogía de lo que está oculto en nuestro corazón. Malos hábitos, actitudes y decisiones equivocadas, pecados ocultos… independientemente como se llame nuestras fallas, Dios nos invita a levantarnos, reflexionar y orar sobre nuestra vida, nuestro interior, y luego sacudirnos de todo lo que no es beneficioso para nuestra vida. Qué fácil decirlo, ¿no? Sé que es difícil.

Despierta…sacúdete del polvo… levántate y sigue adelante.

Hebreos 12:1 nos dice que soltemos la carga que nos asedia y Romanos 12:1 nos invita a presentar nuestra vida ante el altar y entregarla a Dios. Él, que nos ama incondicionalmente, nos limpiará y ayudará en cada reto que encontremos. Quizás haya demasiadas tareas que has sentido que otros te han tirado encima. Quizás te pusiste una carga que no te tocaba cargar. Quizás estés muy estresada con lo complicada que está la vida. Quizás solo anhelas una oportunidad y no ves una. Ante todo, lo que estés viviendo, sacúdete… ve por encima de tus circunstancias y Levántate.

“¡Levántate!”, mira las historias y verás que Dios dijo estas palabras a Josué, Elías, Pablo, Gedeón, Ester y a otros. Todos ellos estaban en medio de una crisis, pero lo más maravilloso es que Dios los llamó. Quizás por un momento perdieron el camino, pero Dios los redirigió. Es como si dijera: “Levántate, deja atrás todo lo que te ata, olvida todo porque ya yo lo he hecho.” Todos tenían una misión para hacer. Sus acciones fueron de bendición para las próximas generaciones. Ellos se levantaron y a pesar de las dificultades, continuaron caminando. Hicieron como en Isaías 52:7, anunciaron buenas nuevas, anunciaron la paz y el bien. Que Dios nos ayude a levantarnos, a fortalecernos para entonces continuar el camino con gozo. Que nuestras palabras sean de ánimo para otros y que nuestros pies sean pisadas de paz.

jueves, 2 de agosto de 2018

Dejarlos caminar


Lectura: Salmos 119:33-37

Cuando tomé esta foto, me conmoví. George y Génesis miraban en distintas direcciones y a lo largo se extendían dos caminos. Sentí en ese momento que no eran míos, eran de Dios y de la vida. Ellos crecerán y tomarán sus propias decisiones y yo, ¿cómo responderé a esto?

Viene a mi mente nuevamente Proverbios 22:6: “Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. En la reflexión que escribí recientemente, Influencia familiar, explicaba la gran responsabilidad que tenemos de educar espiritual y moralmente a los chicos y chicas que tenemos a nuestro cargo. Pero hoy quiero añadir el matiz de que cuando instruimos a nuestros hijos, sobrinos, nietos y estudiantes en el camino correcto, debemos tener la confianza en Dios de que él dirigirá sus pasos.

El mundo que enfrentamos hoy tiene muchos retos. No cabe duda que para ellos representa un reto mayor; pero saber que nuestros tesoros están en las manos de Dios, podemos descansar en su misericordia y cuidado. Me parece que debemos buscar ese balance entre instruirlos y permitir que crezcan. Yo trato de buscar ese balance todos los días y no es fácil. A veces quisiera que hicieran las cosas de la manera que uno quiere, pero he comprendido que son seres humanos con mente propia y es necesario escucharlos. Un artículo muy interesante que encontré, habla de cómo fomentar la confianza en los hijos: https://lamenteesmaravillosa.com/como-fomentar-la-confianza-en-los-adolescentes/

Cuando vivíamos en Puerto Rico, siempre buscábamos un nuevo parque para jugar, un nuevo lugar
para visitar. Cuando vivimos en NY, los chicos se maravillaban como en el espacio más urbano podíamos encontrar árboles, un parque, una plaza. Les encanta explorar nuevos lugares. Me parece que así mismo nosotros les proveemos a los pequeños que amamos nuevas experiencias y lo mejor de nosotros. La importancia de estudiar, respetar a los demás y la base de nuestra fe. A veces podemos sentir que no hay ningún progreso, pero lo que enseñamos está latente en ellos. Con el tiempo ellos crearán sus propias perspectivas y tomarán sus propias decisiones (que a veces puede que nos duela). Aunque en algún momento de la vida tomen diferentes direcciones, siempre estaremos allí para ellos. ¡No olvidemos siempre decírselo!  y, sobre todo, decirles que Dios los acompaña. Enseñémosle esta oración: "Oh Señor, enséñame tu camino, para que yo lo siga fielmente. Haz que mi corazón honre tu nombre." (Salmos 86:11, versión DHH)

Instrúyelo en el buen camino; Dios, nuestro consejo y la oración los acompañarán.