Era una tarde lluviosa para hacer
‘hiking’ en “Sleeping Giant State Park”. Pero como quiera fuimos. El sol había
salido, así que no queríamos perdernos la oportunidad de caminar. La caminata
de ese día, había sido la más difícil que habíamos encontrado hasta el momento.
Había en el sendero muchas rocas, raíces y para hacerlo más difícil, estaba
mojado. Mi esposo George tuvo que ayudar a Génesis, de siete años de edad, a
pasar gran parte de la caminata. “Este es muy difícil”, escuché a Génesis decir.
En diferentes momentos del trayecto, Génesis iba muy cerca de
su papá, pero en otros momentos se iba al frente; saltando, queriendo
adelantarse como otras veces había hecho en otras caminatas. En esos momentos George le decía: “espera, yo
voy al frente, yo dirijo.” En otros momentos le dijo: “Toma mi mano… pisa donde
yo pisé…mira bien.”
Ver a Génesis haciendo esfuerzos por hacer la caminata y ver
el cuidado de George en las áreas sobre todo peligrosas, me recordó la relación
de Dios con nosotros cuando estamos en nuestro diario caminar.
Hay partes del camino que son realmente fáciles. Disfrutamos la
brisa, las flores y el camino derecho.
Hay otras partes que, aunque son
escalonadas, ya las conocemos. Tenemos la experiencia y aunque pasamos trabajo,
nos sentimos bien por nuestro gran esfuerzo.
Sin embargo, hay caminos rocosos y
con grandes raíces que nos dificultan el caminar. Para colmo la maleza es
espesa, el camino se ha puesto oscuro y nos aterra al caminar. En momentos como
esos, debemos recordar lo que dice Isaías 30:21:
“Entonces tus oídos oirán a tus espaldas
palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano
derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda.” (VRV) ¡Qué palabra tan
alentadora! Escucha esta otra también en Isaías, capítulo 45, verso 2: “Yo iré
delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos; quebrantaré puertas de
bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos;” Ambos textos no nos dicen: “quédate
sentado en lo que te resuelvo…” ¡No!, nos dice camina; camina y en el camino
enderezaré lo torcido. Llega hasta la puerta y yo la quebrantaré. ¡Qué palabras
tan poderosas!
¿Sabías que ambos textos Dios se los dio al
pueblo de Judá en medio de la invasión de los asirios y luego su inevitable cautiverio
a Babilonia? Fue un momento de gran crisis, pero en medio de ella, Dios mostró
su gran fidelidad. No sé en que parte del camino te encuentras, pero cual
quiera que sea, Dios está en medio de ti. Te da hermosas promesas y palabras de
aliento para seguir caminando. Jeremías 29:11 dice: “Yo sé los planes que tengo
para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un
futuro lleno de esperanza. Yo, el Señor, lo afirmo.” (VDHH)
Sea que te hayas detenido en el camino para tomar
un respiro, porque estás extenuada o necesitas
“amarrarte los zapatos”; no
tengas miedo o camina aunque tengas miedo, al frente hay uno que nos guía. ¡Gracias
Dios por tu compañía!
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