martes, 1 de diciembre de 2020

Los colores del otoño



Lo más que me gusta del otoño es el cambio de los colores de los árboles. De pronto el paisaje verde cambia a múltiples colores con tonos marrones, rojos, amarillos y naranjas. La vista es hermosa. Me gusta mucho tirar fotos y contemplar por un rato los árboles.

Un día estaba en el estacionamiento del correo y me acerqué a tirarle fotos a unos árboles que brillaban con colores de tonos amarillos y


naranjas. Cuando estaba muy cerca me di cuenta que, ¡las hojas estaban muriendo! Aquellos colores bellos que uno puede ver no es mas que el proceso de la hoja perder la clorofila de sus hojas. El frío y las noches más extensas hacen que las hojas pierdan su color y caigan al suelo.

Al darme cuenta de eso, inmediatamente comparé los árboles con nuestras vidas.  Puede ser que estemos atravesando una temporada difícil en nuestra vida. Quizás llegó a tu vida el otoño que sin duda anuncia la cercanía del frío invierno. Puede ser que estemos enfermos o atravesando una crisis por diversos cambios. Puede ser que Dios nos ha llamado con amor, pero con firmeza para cambiar actitudes y hábitos que son dañinos para nuestra vida. Como dice en Colosenses 3:8-10: “Pero ahora abandonen también todo esto: enojo, ira, malicia, calumnia y lenguaje obsceno. Dejen de mentirse unos a otros, ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios, y se han puesto el de la nueva naturaleza, que se va renovando en conocimiento a imagen de su creador.” Todo esto implica morir a nuestra antigua vida.  Así como las hojas cambian de color y mueren cayendo al suelo, de igual manera, nosotros dejamos ir y hacemos morir viejas ideas, actitudes y hábitos que no nos ayudan a crecer como hijos e hijas de Dios.


Sin embargo, algo hermoso de todo este proceso (porque es un proceso), es que los árboles exhiben belleza al que lo contempla y las hojas en el suelo sirven de abono para la tierra (y también los niños pasan un buen rato jugando con ellas). ¡El otoño es hermoso! Eso me hace pensar que el otoño en

nuestras vidas no es difícil del todo. Hay belleza también. Dios nos está transformando. La luz que lleva mucho tiempo en nuestras vidas, ilumina a otros. La variedad de colores que hace pensar en la variedad de dones, talentos y habilidades que tenemos y que de una u otra forma aportamos a nuestra familia y al mundo.

Dicen que los cambios es una de las cosas más seguras en la vida de todo ser humano. Pero en medio de todos esos cambios podemos seguir alumbrando, amando y perseverando. Les dejo con estas palabras que Pablo le escribió a la iglesia de Corintios para infundirle fortaleza:

            ¡Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo!

Por lo tanto, mis queridos hermanos, manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano.   1 Corintios 15:57-58



viernes, 31 de julio de 2020

Dejando atrás la preocupación

Cuando nos mudamos a CT, conseguimos un apartamento grande, de dos pisos. Jamás habíamos vivido en un espacio tan grande. Los chicos estaban emocionados, pero a la vez asustados de tener que dormir solos. Desde muy pequeño, George David siempre tuvo dificultad para dormir solo.  Ahora se sumaba el reto de a veces subir solo al segundo piso y también de dormir sin compañía. Esta era la primera vez que cada uno tenía un propio cuarto. Casi todas las noches, George llegaba a nuestro cuarto y terminaba durmiendo en el piso o con un matress inflable.

A dos semanas de estar viviendo en CT, ocurre la tragedia en el que un estudiante tiroteó en una escuela de Florida. Eso levantó el issue del control de las armas y bombardearon las redes sociales con esta discusión. Yo estaba nerviosa. Génesis comenzaría en la escuela pronto. Era la primera vez que la llevaría a una escuela en Estados Unidos, en una comunidad que no conocía y con la tensión del patrullaje de la policía en las escuelas. Connecticut había vivido una situación similar hacía unos años atrás. Una noche estaba sentada en la cama porque no podía dormir. Estaba preocupada por Génesis. Le pedía a Dios paz porque en realidad mis pensamientos estaban fuera de control. De pronto escucho a George David que se acerca a nuestro cuarto. Miro su cara de terror, miraba hacia atrás como si algo lo estuviera persiguiendo. Inmediatamente pensé que ese miedo de George David era irracional porque no había nada en la casa que le fuera a hacer daño. Inmediatamente me di cuenta que también mi miedo de que algo pudiera pasarle a Génesis, cuando fuera a la escuela, era irracional. Yo necesitaba confiar en Dios. Yo necesitaba aceptar el hecho de que yo no tenía control de las personas en mi comunidad ni del día a día en la escuela. Yo podía asegurarme de que la escuela tomara las debidas precauciones, pero no podía hacer nada más. Yo necesitaba entregar mi preocupación y ansiedad en las manos de Dios y confiar en él.

Cuando uno se preocupa demasiado, constantemente viene el pensamiento que algo malo va a ocurrir. Yo oraba, pero no permitía ejercer la fe para confiar y descansar. Una vez comprendí que junto con la oración va la decisión de confiar en Dios, entonces todo toma una perspectiva diferente. Cuando uno decide confiar en Dios, uno se da cuenta que no vale la pena preocuparse. Uno se da cuenta que el preocuparse no va a resolver el problema, pagar las deudas y mucho menos darte paz.

Además de orar y decidir, tomé la acción de leer y recordar la Palabra de Dios. ¿Cómo vamos a tener paz en nuestro ajetreo diario si no sabemos las promesas y las palabras de fortaleza que Dios nos ofrece? Estos y otros versículos los pegué a mi pared y los leía frecuentemente.

“Tú guardaras en completa paz, a aquel cuyo corazón en ti persevera  porque en ti ha confiado.” Isaías 26:3

“No temas porque yo estoy contigo, no desmayes porque yo soy tu Dios que te esfuerzo. Siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” Isaías 41:10

“Les digo todo esto para que encuentren paz en su unión conmigo. En el mundo, ustedes habrán de sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo.” Juan 16:33 (DHH)


Comenzamos a usar estrategias con George David que le ayudó a superar sus temores. Génesis ha estado por más de dos años en su escuela y está feliz de estar en ella. Yo no digo que todo nos ha salido perfecto. Hemos tenido dificultades. Todos estamos enfrentando momentos de incertidumbre. Esta pandemia ha sacudido nuestros pies por varios meses y aún estamos en medio de ella. Pero lo más saludable en estos momentos es respirar, buscar la paz y confiar que todo está en las manos de Dios.

Quizás tengamos que caminar, volver a nuestros trabajos, a nuestras escuelas, buscar cómo nos ganamos la vida, sanar las heridas porque hemos perdido nuestra salud o a un familiar. Es momento de incertidumbre, pero de una cosa estoy segura: Dios nos acompaña.


sábado, 20 de junio de 2020

NUESTRO PADRE CELESTIAL


Génesis quería que su papá le enseñara a jugar beisbol. Compraron la bola y el bate. Comenzaron a practicar. George tiraba la bola y Génesis trataba de pegarle. Nunca antes lo había hecho. Que ella fallara, yo lo vi como algo obvio porque ella nunca antes había jugado beisbol. Esa tarde yo estaba haciendo ejercicios, caminando alrededor del patio donde vivimos. Observé como George se paró al lado de ella y le enseñó cómo pararse, cómo moverse, cómo pegarle a la bola. Él fue su modelo. Se veía tan inspirador que comencé grabarlos. Luego de varias demostraciones, Génesis siguió lo que su padre le enseñó, y ¡voilá! ¡Le pegó a la bola! 

Esa escena me hizo pensar en las veces que Dios trata de enseñarnos a caminar en la vida. De una u otra forma nos invita a reflexionar en nuestra vida para ayudarnos a ser mejores personas. Si lees en la Biblia el libro de Proverbios y Eclesiastés, encontrarás útiles consejos de la vida diaria en sociedad. Si lees las cartas de Pablo, como por ejemplo 1ra y 2da de Corintios y Efesios, puedes ver sabios consejos para vivir en armonía con otros en Cristo Jesús.

También, Cuando cometemos errores, vemos como Dios nos quiere enseñar a través de esos errores que cometemos: “Porque el Señor disciplina a los que ama… Hebreos 12:6ª NVI. En el texto hebreo dice: “así como un padre corrige al hijo a quien ama...” Así como disciplinar a los hijos e hijas, es parte de la tarea de ser padre y lo hacemos porque los amamos, Dios nos corrige porque nos ama y quiere que seamos esa persona que él sueña que seamos.

De igual manera, nuestro Padre Celestial también nos conforta con palabras de ánimo cuando estamos desanimados o con miedo: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” Isaías 41:10.

La figura de padre es muy importante para los niños y niñas. Mi esposo George relata en su libro, Willing to Change, que su padre tenía muy pocas destrezas de comunicación. Cuando George era pequeño, su padre trató a su manera de mostrar que le importaba, pero nada de eso hizo sirvió cuando los abandonó. Esa figura de padre, George trató de buscarla en muchos lugares, pero nadie pudo sustituirlo. Sólo Dios y su disposición pudieron restaurar su vida carente de padres efectivos. Puede ser que para alguno que esté leyendo esta reflexión, el padre terrenal estuvo ausente, pero Dios quiere ser ese padre que no tuviste. Dios quiere ser ese padre amoroso y compasivo que necesitas. Acércate a él, Dios no te rechaza.

Conoce la historia de George Marrero. Una vida marcada en su niñez, pero un ejemplo de transformación y superación. Willing to Change, tiene una segunda edición ampliada y con fotografías. Está disponible en inglés en Xulon Press. También está disponible en Barnes & Nobles y Amazon.

domingo, 12 de abril de 2020

Dios nos tiene en sus manos


En diciembre de 2016, Génesis me dijo que tenía miedo. Ella tenía cuatro años y estábamos atravesando muchos cambios. George llevaba cinco meses en New York. Su hermana mayor, Débora, estaba en Massachussets. También, nos habíamos despedido de la escuela de la que fuimos parte tantos años. Ese mismo día, le dimos nuestra perrita, Canela, al maestro de inglés de George David. Habíamos entregado el apartamento y estábamos viviendo en casa de mis padres porque en menos de dos meses, nos íbamos a Estados Unidos. Puedo entender entonces por qué tenía miedo. Yo le dije que no se preocupara, que Jesús nos acompañaba. George David le dijo: “Génesis, Dios nos tiene en sus manos.” Ella le dijo que no podía ser porque no cabíamos en sus manos. George David le explicó; que lo que él dijo era un símbolo que significa que Dios nos cuida. Yo quedé fascinada con esa expresión que hizo George David y le pregunté si podía hacer un dibujo. En ese tiempo, a él le gustaba mucho ‘Minecraft’, así que él hizo el dibujo que puse al principio de la reflexión.

Esta experiencia me hizo pensar en como un niño, "el hermano mayor" trataba de mostrarle a su hermana pequeña, una imagen del amor y el cuidado de Dios. Esto es una muestra de una fe sencilla. Esto también me hace recordar las palabras de Jesús en Lucas 18:16: “Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de quienes son como ellos.”  En estos momentos, la pandemia del Coronavirus que estamos atravesando, nos ha obligado a hacer una introspección personal sobre nuestra propia fe y posiblemente ha hecho que muchos  hagamos la petición que los discípulos hicieron a Jesús: “auméntanos la fe.” (Lucas 17:5)

Esta semana, leía el pasaje de Isaías 53. Este pasaje lo relacionan con el sufrimiento que tuvo Jesús por la humanidad. Son unas palabras estremecedoras:
3 Despreciado y desechado entre los hombres,
varón de dolores, experimentado en quebranto;
y como que escondimos de él el rostro,
fue menospreciado, y no lo estimamos.
4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades,
y sufrió nuestros dolores;
y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. 6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; más Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.

The Leper, Ron DiCianni
De pronto, mientras esas palabras retumbaban en mis oídos, vino a mi mente las imágenes que he visto en la televisión, de todos los doctores, enfermeras y empleados de la salud ayudando a todos los pacientes que están enfermos por el Covid-19. Yo sentía que esa imagen de Cristo sufriendo, era como si lo estuviese haciendo por todas las personas que han sido afectadas por esta pandemia. Ese Jesús sufrido está en cada hospital acompañando a los que están enfermos o a los que están exhaustos de tanto trabajo. Ese Jesús fue castigado para que las personas que han perdido trabajos, negocios, familia; tengan paz. Jesús, el experimentado en quebranto, está en cada hogar donde hay depresión y ansiedad. Esa imagen me impactó, me estremeció y a la vez me dio esperanza de que Dios está presente en cada uno de estos escenarios. Él está en cada una de nuestras vidas. La imagen que hizo mi hijo, se hace más pertinente comprenderla hoy.  Gracias Señor; porque nos tienes en tus poderosas manos.

domingo, 29 de marzo de 2020

Mi fe crece en momentos inesperados

La semana pasada encontré este papel que Génesis me había dado el año pasado. Recuerdo que era el tema de una de las clases de los niños de la iglesia. Para mí fue interesante encontrar este papel en estos momentos que vivimos la crisis de una pandemia. Porque definitivamente cuando suceden eventos inesperados, se tambalea nuestros cimientos y nos hacemos la pregunta obligatoria sobre “de que estamos hechos.” “¿Confío en Dios o no confío en Dios?”

Esta pregunta me hace recordar una predicación que escuché una vez del pastor Moisés Román sobre Lucas 8:22-25. Recuerdo que estaba en su iglesia hace exactamente cinco años (29.marzo.2015) y de cuando en cuando leo las notas que escribí sobre este sermón. El relato trata cuando Jesús y sus discípulos estaban cruzando el lago conocido como mar de Galilea y de pronto se desató una fuerte tormenta. El bote comenzó a inundarse, los discípulos gritaban y Jesús dormía. La historia termina Jesús calmando la tempestad y preguntándole a los discípulos: “¿Dónde está la fe de ustedes?”

Quiero compartir parte de ese poderoso mensaje:
  • “La confianza en Dios no es para evitar la crisis, es para poder actuar correctamente en medio de la crisis.”
  •  “Los problemas son parte de la vida, no estamos exentos. Debemos aprender a manejarlos adecuadamente.”
  • “Los discípulos llevaban más de dos años con Jesús, estaban adiestrados. El primer curso fue el de confianza…” Hoy, nosotros no sólo tenemos su presencia, tenemos sus enseñanzas. Debemos utilizar lo que nos enseñó.”
  • “Dios hace el milagro con nuestra confianza o sin ella. Pero luego, ¿Qué queda? ¿Satisfacción porque confiamos en Dios o vergüenza porque no confiamos en él? La confianza en Dios tiene que quedar evidenciada.”

Estas palabras de sabiduría del pastor Moisés Román, han hecho una fuerte impresión en mí. La misma pregunta, ¿Dónde está tu fe? ha surgido en diferentes momentos en estos últimos cinco años: cuando nos mudábamos de Puerto Rico; cuando nos preguntábamos hacia donde movernos luego de vivir un año en NY. También cuando nos preguntábamos donde estudiarían nuestros hijos o cuando conseguiríamos nuestros trabajos en CT. Cada paso era un reto de confiar en Dios. Este momento no es diferente. Dios quiere nuestra confianza.

Oremos por los enfermos o por los que sufren una pérdida de un familiar o de su trabajo. Comuniquémonos con amigos, con la iglesia y seamos de aliento a otros. Ayudemos a nuestros hijos en sus tareas y enfrentemos los nuevos retos de trabajar con la tecnología desde nuestras casas con optimismo y confianza. Jesús calmará la tormenta.

A mi hija Génesis le gusta mucho hacer manualidades. En estos días ha hecho muchas pulseras y se las ha regalado a nuestra vecina y a sus nietos. Ayer me enseñó un collar que le hizo a la mamá de una amiga de la escuela. Ella me dijo: “Voy a tener que esperar hasta el año que viene para dárselo.” La miré y en realidad pensaba cuando regresaríamos a la escuela. Le dije: “bueno mama, quizás abran las escuelas en abr…mayo.” En realidad, no tenía ni la más mínima idea de cuánto tiempo estaríamos encerrados. Seguí diciendo: “No sé querida…pero vivimos un día a la vez.” Génesis subió las escaleras con el collar en la mano y yo pensaba en lo valiente que han sido los chicos en enfrentar esta pandemia con tanta conciencia.

 Definitivamente no sabemos cuando acabará todo, pero debemos seguir todas las recomendaciones que den los especialistas del CDC y las noticias. Recordemos que es un momento inesperado para hacer crecer nuestra fe.

  Mientras tanto, seamos agradecidos y confiemos en Dios. Jesús prometió en Juan 16:33: “Estas cosas os he hablado (capítulos 14 al 16 del libro de Juan) para que en mí tengas paz. En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo.”

jueves, 13 de febrero de 2020

El amor nuestro de cada día


Lectura sugerida: 1 Juan 4:7-21

¿Qué hay más tierno que ver el abrazo entre dos pequeños? A veces por las tardes, mi sobrino pasaba por mi oficina con mi cuñado para saludarnos porque él estudiaba donde yo trabajaba. ¡Abrazaba a Génesis con tanta fuerza! Nos alegraba la tarde.  Ver estos dos pequeños abrazados, era como recibir un mensaje del amor de Dios.




Los años han pasado y ahora nos separa el océano Atlántico. Sin embargo,
las llamadas, los saludos por videos o las llamadas en vivo por WhatsApp, nos hace sentir un poco más cerca. Aunque no hablo todos los días con mami, siempre están los saludos por textos, caritas tirando besos y dando abrazos. Esos pequeños detalles, nos mantiene conectados.

En estos días he estado leyendo en la Biblia, la primera carta de Juan: “Amados, amémonos unos a otros porque el amor es de Dios… porque Dios es amor.” Cuando leía los versos, reflexionaba sobre cómo demostrar amor, porque cuando vives bajo el mismo techo con otros, la pregunta obligatoria es: “¿cómo demuestro el amor cada día?”

Una de las tareas más arduas que tengo, es ser madre. Desde de que mi hijo mayor, George David era pequeño, su padre lo abraza y lo besa todas las mañanas y le pregunta: “¿cómo estás? ¿cómo dormiste?” Esa acción diaria de mi esposo, me hizo reflexionar sobre la importancia de escuchar a los hijos y de demostrar el amor cada día.

Me falta mucho por aprender, y mucho más poner en práctica el amor. Sin embargo, estoy más consciente de que mis palabras y acciones pueden ser de beneficio o de conflicto para con los que están a mi alrededor.

Por eso titulé esta reflexión el amor nuestro de cada día. Porque demostrar el amor no es solamente una vez al año con chocolates, postales y flores; que by the way, son un hermoso detalle. Además de eso, podemos demostrar el amor cada día:
- Con un abrazo de buenas noches y buenos días
- Con un hola, ¿cómo estás?
- Con preparar una sabrosa comida
- Escuchar a alguien
- Tener a tiempo ropa limpia
- Con un saludo a nuestro vecino
- Cuidar a los nietos, para que la joven pareja salga de vez en cuando
- Compartir una palabra positiva o un texto bíblico con nuestro compañero de trabajo
- Compartir con tu hijo, hija o sobrinos un programa de TV o You Tube que les guste a ellos
- Ir al parque a caminar con alguien
- Echar agua a las plantas
      - Sacar tiempo para llamar o escribir a un amigo. 

Las posibilidades son innumerables; ¿cómo vas a demostrar el amor hoy? #amor2020