sábado, 14 de julio de 2018

Siéntate, Marta


Lectura: Lucas 10:38-42

Cuando escuchaba predicaciones sobre Marta y María, me retumbaba en la cabeza las palabras de Jesús: “Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas, pero solo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte la cual no le será quitada” (Lucas 10:41-42) … esas palabras me confrontan porque yo soy Marta…
Marta y María eran dos amigas de Jesús que junto a su hermano Lázaro recibían en su casa con frecuencia, a Jesús y a los discípulos. Marta era quien atendía los invitados, preparaba la cena, lavaba los pies a las personas luego de un camino polvoriento y les servía. Sin embargo, María se sentaba a escuchar a Jesús. Definitivamente eso era mejor que hacer cualquier otra cosa. “Pero, ¿quién haría las demás cosas? Lo que hacía Marta también es muy importante.” Esa siempre era mi justificación para estar corriendo de un lado a otro y no detenerme a descansar un poco. Entonces, un día tuve una lección impresionista sobre lo que significa sentarse a los pies del Maestro y también servir. Fue tan impactante para mí que terminé escribiendo una reflexión:

Eran las 3:15 de la tarde. Acabábamos de llegar del trabajo cansados. Quería aprovechar el tiempo: cocinar, fregar los trastes, guardar tres pilas de ropa lavada, organizar la casa para luego salir otra vez. Todo esto lo tenía en mente hasta que mi hijo de tres años se le ocurrió que quería salir a jugar. No podía dejarlo ir solo, era muy pequeño y además pasaban carros y no teníamos verja. A “regañadientes” me senté afuera con él y comencé a leer un libro.

De pronto, sentí que estaba en una escena paradisiaca. Sentía la brisa que soplaba y la sombra de los árboles. Escuchaba a mi hijo jugar tranquilamente con sus carritos en la tierra; y yo leyendo un buen libro. Me reí y me pregunté como prefería estar fregando y recogiendo afanada en vez de estar sentada descansando, disfrutar mi hijo y un libro inspirador.
Viene a mi mente la imagen de María y Marta. Marta servía a los invitados, María escuchaba a Jesús. Ambas hacían cosas importantes, pero María escogió la MEJOR.

No podemos dejar de hacer nuestros quehaceres diarios (porque sabrán que mi hijo me pidió de comer más tarde); pero es la invitación a detenernos un momento en medio de nuestro afán diario y contemplar las maravillas del Señor.

Siéntate… siente la brisa y la sombra de un árbol.
Siéntate… observa a tus hijos, sobrinos, nietos.
Siéntate… lee un buen libro que edifique tu vida.
Siéntate… dedica un tiempo a tu Señor y medita en su Palabra.
Siéntate y sentirás un alivio en tu corazón. Verás por un momento que Dios te ilumina y te indica el camino a seguir. Verás cómo te dará descanso y las cosas que parecían demasiado importantes, se reemplazan por aquellas sí más importantes: Dios, la familia, el descanso, la paz.
Muchos años han pasado de aquella experiencia. Bregar con el afán y las prioridades es una lucha constante. Muchas veces he tenido que detenerme y preguntarme que es lo más importante. La historia bíblica reseñada y la experiencia con mi hijo contestan la pregunta: Dios, la familia, el descanso, la paz.

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